Mi nombre es Gemma. Nací en el estreno del nuevo siglo; un enero del 2000. Es por ello, por lo que nunca podré mentir sobre mi edad, pues va acorde con el año nuevo.
Tengo 23 años y sobre este tiempo que llevo de vida aún no he decubierto muy bien cuál es mi papel aquí.
Desde muy pequeña mis padres me inscirbieron en todas las actividades extraescolares que habían en mi pueblo, desde mecanografía a sevillanas, pasando por natación y llegando hasta lo único que parece darseme medio bien; la música.
Es por ello por lo que decidí dedicarme a ella. Sin destacar demasiado, y ocultandome siempre en el papel de segunda flauta, empecé a tocar en la banda de mi pueblo, aunque para la sorpresa y disgusto de mis padres, lo abandoné cuando cumplí18.
Como no sabía muy bien quién quería ser acabé dando vueltas por una carrera que acabó decepcionandome; Literatura Hispánica.
Así pues, quizá por presión social acabe estudiando para ser maestra de primaria.
La vocación no es algo con lo que uno nace. La vocación se encuentra. Y es bastante probable que con 18 aún no la hayas encontrado. Es ahora, a mis 23, y después de varios años dando palos de ciego, que he acabado encontrando lo que quiero ser; maestra de música.
